Primer trancazo: Lo trae Banamex.
¿O sea cómo? ¿Un banco? Bueno, eso refleja el buen negocio que es traer al famosímo Dj alemán a nuestro país, tanto que un banco de esos que no aflojan dinero, le apueste con todo. Aunque por otro lado no sé porque sospecho que se les va a salir de las manos, que no van a poder con el paquete.
Segundo trancazo: Los precios de los boletos
El más vara anda 550 y el más caro 1300 pesos (amigo no nativo de México eso quiere decir en dolares como 50 y 130)
¡Qué! ¡No mamen! Suponiendo que PVD tocara un set de seis o siete horas, voy corriendo a pagarlo, pero, estoy casi segura que no será así. Y tomando en cuenta el tipo de público que según yo va ir (osea estudiantes muertos de hambre como yo entre 18-24 años) y uno que otro asalariado de tiempo completo. Chale, ni U2. ¿Qué onda con los de mercadotecnia de este banco? No sé les ha ocurrido pensar que muchos solo van por el «ta chida la rola» o sea, no todos somos fans from hell (como diría un buen amigo) No todo mundo va ir por amor al arte, como lo haría el cuarteto de la muerte, no, no.
Es muy famoso, sí. En México lo adoramos, sí. Pero ponerle un precio muy por encima de los boletos de Robbie Williams y en primera fila, se me hace una jaladota. Bueno, a ver que pasa, yo cumplo con mi labor. O sea, si usted llega a este blog pensando que es una página especializada en música electrónica y no una bitacora personal, no l@ decepcion@.
Antes de que se me ponga roñosa, teoría pirateada de una conversación teléfonica con Sandy.
Minerva Ocampo 
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