Estaba pensando en atascarlos de videos, pero mejor los paso a la sección de «cuando se me seca el cerebro» o lo que es lo mismo La hora del plagio.
Pirateado vilmente de uno de los primeros libros completos que leí, osease cuando tenía como 12 años.
«Entre los varios concurrentes a la tertulia familiar -prosiguió la religiosa- había un joven marino llamado Juan de Hinestrosa, que servía a los intereses mercantiles del esposo de mi hermana. Sus modales eran corteses y su figura desagradable. Cuando llovían los pretendientes de mi mano , Hinestrosa se mantenía a respetuosa distancia, sin atreverse a deplegar los labios, ni hacer la más ligera demostración. Sin embargo yo, que me había propuesto observarlo, creí descubrir en él una pasión ardiente y sincera que no osaba declarar abiertamente, por temor a ofenderme. Mientras penaba más en ello, mayor y más viva era mi convicción de que ese hombre era el que mejor me convendría. Yo nunca me apasioné de ese hombre; pero Hinestrosa era tan artificioso y diestro, que, sin necesidad de insinuarse directamente, llegué a persuadirme que me amaba con sinceridad, sin tener en cuenta mi fortuna. Hinestrosa, era español, pero desde muy joven tenía residencia en Campeche en cuya marina mercante llegó a formarse un hábil y diestro piloto.
Creía hacer la facilidad de un hombre digno de mi inclinación, y desde luego determiné aceptar los obsequios de Hinestrosa en el momento mismo que se resolviese a presentármelos. Demasiado artificioso y pérfido, no pudo ocultársele mi resolución, a pesar de la fría reserva que me había impuesto. Él acechaba todos mis pasos, estudiaba mis maneras y leía, a pesar mío, todo cuanto pasaba en mi corazón.
Cuando creyó que la oportunidad había llegado, pidióme una entrevista, que le fue otorgada. En ella me expresó sentimientos tan delicados y usó un lenguaje tan insinuante para mostrar la pasión de que estaba poseído, que no me pareció justo ni humano diferir para más adelante mi consentimiento. Acepté sus votos y juramentos, y desde aquel instante me resolví a tratarlo como a persona con quien había de desposarme. Así lo hice presente en mi familia.»
Justo Sierra O’Reilly.
Cursi, cursi, yo lo sé, pero en esta noche, volví a golpear el librero y esto calló. y por eso se los dejo junto con esto.
Directamente del baúl de los recuerdos. La canción con la que concí a Schiller, incluida en ese casi mítico disco de W FM, FrencuenciAdictiva… Dream of you con las vocales de otro alemán Peter Heppner.
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