En estos meses que llevo viviendo fuera del terruño de mi abuela, lejos de lo que más quiero, es decir, obviamente mi abuela, mi gata, mis libros y muchos de los recuerdos más importantes de mi vida. Me he sentido tremendamente vulnerable. No soy buena para eso de los cambios, y si a la mayoría es díficil aceptarlos para mí es todavía peor. Antes de terminar el 2008, me llegó uno de esos mails, de los que se tienen que contestar de inmediato con una solución.
La ropa mojada podría esperar, anteder esto era un millón de veces más urgente. Pero, aquí en esta casa dónde mi padre, sus sobrinas y sus hermanas son ley absoluta, eso no importa. Todo se puede dejar para después pues según ellos es más importante mantener la casa como taza de porcelana.
Pues bien la ropa se quedó ahí un rato, y en eso llega mi prima P…, a chingar con que saque la ropa, justo en el momento en qué estaba atendiendo una urgencia de la oficina en 31 de Diciembre.
Si de por si soy irritable, con esto peor. Así que se rompió el equilibrio del ying y el yang en mi turbado interior, permitiendo que el yang saliera a flote. Después vino mi prima a preguntar qué me pasaba. Simplemente contesté que vino a interrumpir en un momento de crisis. El resultado fue que saliera gritando que no le volvierá a hablar en mi vida, azotando mi puerta.
Pa’mis pulgas. Ultimadamadremente mi trabajo es más importante que unos cuantos trapos mojados. Dada esta situación y siendo este el domino absolutista de la familia paternal, aquí todo está tenso.
Salí de mi casa huyendo de los exabruptos de mi madre, y ahora ¿tengo que aguantar los de mi prima de 30 años que podría jurar que mantiene mi padre? ¿Desde cuando ella es la dueña de esta casa?
Después de la cena de año nuevo con mis amigas, trate de hablar con mi padre para informarle que quiero cambiarme de casa. A lo que respondió que el hizo una gran inversión para que yo me cambiará de casa, y que hiciera el mayor esfuerzo por tolerar este tipo de cosas.
¡Chingado! El poco tiempo que paso en casa también tiene que ser aquí a disgusto, esa sola fue la gota que derramó el vaso, pues ella es la clásica que se cre dueña de todo, sin haber pagado nada. La mamá de los pollitos, por que la han dejado.
Mi situación económica apenas se esta estabilizando por lo que no me puedo ir aún de aquí. Mientras tendré que soportar que ella cocine durante horas en la cocina común mientras muero de hambre, o esperar mil horas a que se bañe, o que se meta en mi vida, igual que el resto de mis tías.
¿De qué valió haber dejado a mi madre si aquí me encuentro con otra igual?
¿Seré realmente la intolerante por preferir resolver lo urgente? Tengo miedo de lo que esa persona pueda hacer encontra de las pocas cosas que poseeo, es de esas que raya coches por venganza. Cobarde es la palabra que busco.
Y encima de eso la solapan. Ni mi padre me respalda. En fin, tendré que ir buscando un nuevo lugar dónde estar, sin tener que esconderme. No tan pronto como quisiera pero ni hablar.
Minerva Ocampo 
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